domingo, 7 de marzo de 2010

Viajar metido en un paquete


Ahora que se acercan las vacaciones de verano, quizá no te resulte fácil decidirte por un medio de transporte para llegar a tu destino. Pues bien, en este artículo te traemos una idea alternativa!!
¿Qué os parecería viajar dentro de un paquete? Seguro que todos lo hemos visto más de una vez en alguna peli, pero ¿creéis que alguien se habrá atrevido a hacerlo en realidad?
¡Pues si! ¡Al parecer, si, algún loco lo ha hecho y ha sobrevivido para contarlo!
Te presentamos varios ejemplos que recoge la historia:
El 19 de febrero de 1914, la viajera fue una niña, May, de tan sólo cuatro años. La niña quería visitar a su abuela pero el billete de tren era demasiado caro para su familia y sus padres optaron por otra alternativa: ir a la oficina de correos y mandar un paquete. Lo curioso es que el contenido del paquete era su propia hija, que viajó desde Grangeville (Idaho) a Lewinston, recorriendo un trayecto de 120 kilómetros. Sus padres pegaron los 53 céntimos en sellos en el abrigo de la niña y así pudo viajar en el tren junto al correo para visitar a su abuela. Y todo gracias a que pesaba 22 kilos, un peso inferior al límite permitido para envios (22,68 kilos = 50 libras). Como en todo buen envío, el cartero (Leonard Mochel) entregó la niña a su abuela sana y salva.
Otro caso ocurrió en 1849. Henry “Box” Brown deseaba escapar de la esclavitud y ayudado por los abolicionistas viajó metido en una caja 442 kilómetros hasta Filadelfia durante 26 horas. Eso si, el viaje no fue muy placentero ya que tuvo la mala pata de viajar boca abajo y es que ¡no debemos olvidar que es muy importante poner en la caja un cartelito que indique qué parte tiene que ir hacia arriba!
Otro caso mucho más reciente es el de Charles McKinley, que en el 2003 quiso ahorrarse el coste del billete de avión al ir a visitar a su familia a Desoto (Texas) y se le ocurrió que sería una buena idea hacerlo metido en una caja. Así, el 5 de diciembre viajó en avión de Nueva York a Dallas, pero no llegó a su destino ya que el repartidor avisó a la policía porque “había visto unos ojos mirando desde el interior de la caja”. Y es que, que un paquete te mire tiene que acojonar.
¡Así que ya sabemos… si elegimos como medio de transporte meternos en una caja, mejor que llevemos una linterna y una revista para disfrutar del viaje, y no mirar fuera para ver si queda poco para llegar!

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